Por el siglo tercero había tantas religiones y misterios espirituales dentro del Imperio Romano, que el emperador Aureliano (270-275) mezcló varias de las festividades paganas que coincidían con el solsticio y celebraban el nacimiento de un dios-hombre y salvador, llámese éste Apolo, Attis, Baal, Bel, Dionisio, Helios, Horus, Lugh, Mitra, Osiris, Perseo, Teseo, e instauró un solo festival llamado Nacimiento del Invencible Sol, el 25 de diciembre. En ese entonces, el mitraísmo rivalizaba con el cristianismo tanto que Aureliano lo declaró en 274 religión oficial del Imperio Romano, título que el cristianismo logra hasta el siglo IV. Mitra, el antiguo dios solar persa que con tanta fuerza irrumpió en la vida del Imperio Romano, «combinando aspiraciones de pureza moral y esperanza en la inmortalidad» (Frazer), era ya llamado el invencible sol, celebrando su nacimiento, ya, el 25 de diciembre.
En el calendario juliano se computó el solsticio de invierno el 25 de diciembre, considerándolo como la natividad del sol, y la iglesia católica no celebró el nacimiento de Yeshua Ben Nazareth, Jesús de Nazaret, ya que los Evangelios no hablan de fecha alguna, hasta finales del tercer siglo, considerando primero el 6 de enero y cambiándola después al 25 de diciembre, retomando la ya celebrada fiesta pagana. No obstante, pasaron siglos para ser totalmente aceptada: las iglesias orientales comenzaron a celebrarla después del año 375, la de Jerusalén en el siglo VII, en Irlanda en el V, a diferencia de Inglaterra, Austria y Suiza, que la aceptaron hasta el siglo VIII y los países eslavos hasta el X y IX. Virgilio Polidoro dijo: Las danzas, mascaradas, representaciones y otros desórdenes navideños que usan ahora los cristianos, se derivan de esos festivales romanos como la Saturnalia y las Bacanales, lo que debiera ocasionar que todos los cristianos píos los aborrecieran eternamente. Tal cual hizo Calvino y los otros líderes de la Reforma. Los Puritanos se negaron a reconocerla y mucho menos a celebrarla (y por cierto para ellos no había día más sagrado que el Sabbath) y en el Boston de finales del siglo XVII fue declarada ilegal y el Parlamento inglés la abolió en 1647.
Que arda el leño
Que gire la rueda
Que el mal no venga
Que el sol regrese
En las tierras del norte, esto es las islas de la Gran Bretaña, Islandia, Escandinavia y los países nórdicos, donde se siente con más rigor el frío y la falta de sol, el solsticio se conoce como Yule, Jól o Jul. Para los celtas es la celebración de Alban Hartan, para los galeses es Gwyl Canol Gaeof. Los hijos de madre virgen, como Pryderi, hijo de la diosa Rhiannon, siempre nacen en el solsticio de invierno. Esta noche se vuelve a dar la batalla del Rey del Roble, que personifica al Dios del Año Creciente, contra el Rey del Acebo, Dios del Año Menguante, por el amor de la Diosa Triple (Graves), por el dominio sobre la vida en la Tierra. El Rey del Roble es el niño divino que renace y por lo tanto vence al Rey del Acebo, que lo venció en el solsticio de verano, o Litha. Al morir, ambos regresan a la Madre, que los mantiene en Caer Sidi, al extremo norte, ya que ahí es donde el sol nunca brilla: solo en el frío polar puede haber soles muertos. No olvidemos que la Diosa Triple es la Madre siempre virgen, es la Doncella Novia y es la Anciana que posee toda la sabiduría.
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