Ella trabajó en el taller de Rocío Sagaón, el legendario El Tomate en uno de esos paraísos cercanos a Xalapa. Priscilla optó -considerando los barros utilizados (claro! zacatecas y oaxaca!)- por estos menhires grabados con insectos y animalillos de esos que sobran por esos lares. Aquí con Adele Goldschmied.
realizó 3 de ellos, mas otras piezas pequeñas para la exposición que se inauguró para clausurar el simposio. Aquí muestra a la chiquillería en que nos convertimos el cómo bruñe y añade engobes a sus piezas. (Miriam Kaiser la mira atenta y, lo sé, fascinada- condición inherente a las personas de veras sensibles).
Al visitar a Priscilla únicamente una pieza estaba terminada: cubierta de ranas de diseño prehispánico y ahumada, clama por permanecer en ese sitio que le sienta tan naturalmente. Pero tendrá que irse a su lugar definitivo, junto con sus hermanas. Y lo harán sin tanta queja, que tienen madrina que las cuide!
vean esta nota en el Diario de Xalapa.
1 comentario:
Hermosas sus creaciones. Espero que lleguen a manos donde se les aprecie por su valor que refleja lo natural de dónde provienen: de las manos creativas de ella.
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