Berlín, 2 de junio. La cuenta regresiva para el inicio, el próximo miércoles, de la cumbre anual del Grupo de los 8 (G-8) países más industrializados comenzó este sábado con una protesta de 30 mil personas en el norte de Alemania, que se tornó en violentos choques con 304 policías heridos y 120 personas detenidas, mientras en esta capital se sucedían reuniones para buscar acuerdos sobre una mayor cooperación en temas de desarrollo y medio ambiente, los dos puntos más ambiciosos puestos sobre la mesa de discusión por el gobierno anfitrión.
En Rostock, un puerto al norte del país, la policía utilizó cañones de agua y lanzó gases contra miles de personas que salieron a la calle para protestar contra la realización de la cumbre. Una manifestación que se anuncia como el banderazo de salida de una serie de acciones que tendrán lugar a lo largo de la semana durante el encuentro, que reunirá a los líderes de las 8 naciones más industrializadas entre el miércoles y el viernes próximos. A esta cita también asistirán mandatarios de cinco países en desarrollo, entre ellos el de México, Felipe Calderón, más los de China, India, Brasil y Sudáfrica.
Una de las concentraciones más numerosas desde las de Génova
La manifestación de este sábado es una de las mayores de su tipo desde las realizadas en la Cumbre del Grupo de los 8 en Génova, Italia, en 2001, que marcó nuevos derroteros para el movimiento anticapitalista y altermundista. En esta ocasión, aquí en Alemania, las protestas fueron convocadas por la organización ambientalista Greenpeace, ATTAC, una organización fundada en 1998 y que busca la aplicación de un impuesto a todas las transacciones financieras para crear un fondo de desarrollo y frenar la especulación bursátil; así como por formaciones de la izquierda alemana y sindicatos locales.
Para los manifestantes es claro que los países del Grupo de los 8 sólo hacen un discurso cuando externan su compromiso de apoyo a las naciones más pobres o el cuidado del medio ambiente. Y esos son precisamente los dos temas que más noticia han generado en los días previos a la cumbre del miércoles en Heiligendamm, a orillas del Mar Báltico.
La presidencia alemana del G-8 (integrado por Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Reino Unido, Italia, Rusia y el anfitrión) espera que el encuentro sea marcado por un acuerdo entre los participantes en el tema del medio ambiente. Esa es la razón, también, por la que el gobierno de la canciller Angela Merkel invitó a cinco de las principales naciones en desarrollo del mundo, como una forma de expresar que atender el problema del cambio climático y sus efectos económicos y sociales es una tarea compartida. Por lo pronto, este sábado comenzó un foro de legisladores de los 13 países.
Rechaza EU ratificar el protocolo de Kyoto
En la coyuntura de la discusión iniciada aquí este fin de semana está una declaración hecha el jueves pasado por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien ha rechazado ratificar el Protocolo de Kyoto, un acuerdo con el se busca reducir las emisiones contaminantes y que expira en 2012. Bush declaró que convocaría este mismo año a los 15 países más contaminantes para que se comprometieran a reducir sus emisiones a la atmósfera. La propuesta será presentada en la cumbre del G8. "Hay escepticismo hacia la propuesta de Bush", declaró aquí durante una reunión con periodistas Michael Kauch, diputado en el Parlamento alemán por la oposición liberal. "Por primera vez Bush habló de reducir emisiones y fijar objetivos para hacerlo. Pero esto no es preciso. Y Estados Unidos es el mayor emisor de contaminantes", comentó.
Ya se sabe que el ser humano se ha convertido en el mayor depredador del planeta. Cristalina Georgieva, directora de Estrategia del Departamento de Desarrollo Sustentable del Banco Mundial, planteó que las cosas van a empeorar. Actualmente, dijo, los habitantes del planeta (en mayor medida los del norte, por su poder de consumo) están tomando de la tierra 1.5 veces sus recursos disponibles. Y si las cosas no cambian, en 2050 el ritmo de consumo será de cuatro veces la capacidad disponible. No hay quien aguante.
Rostock, 2 de junio. Este sábado desfilaron unas 100 mil personas en una invasión que comenzó relativamente pacífica, pero al cabo de pocas horas volvió la ciudad en un campo de batalla, desde el puerto hasta el centro histórico de esta pequeña ciudad del norte de Alemania. Por la mañana, en Schwerin, ciudad a unos cien kilómetros de aquí, la policía detuvo al menos a 150 antifascistas.
Un día intenso. Llegó finalmente el 2 de junio, día esperado para la gran marcha de inicio de la semana de protestas en contra del G-8 de la Internacional Mass Demonstration Another world is posible. Fueron dos los puntos de concentración, uno cerca del puerto de la ciudad, el otro, en los alrededores del centro histórico. De ahí avanzaron las dos marchas, la primera con unos 20 mil manifestantes pertenecientes al gremio de los sindicatos y los partidos de izquierda que se oponen al gobierno de Angela Merkel; la segunda, con las demás siglas de estas protestas que reunieron unas 80 mil personas.
Las dos marchas avanzaron, la primera llegando inmediatamente hasta la plaza frente al puerto, donde estaba alistado el espacio para la realización del concierto que, en el programa, iba a concluir el día con la presencia, entre otros, de Amparanoia y Morello. La segunda, abierta por un contingente de al menos 2 mil activistas, avanzó a través de el centro histórico con cierta lentitud, pues mientras se manifestaba también atacó algunos bancos y tiendas, los llamados "objetivos de la economía capitalista".
Ya llegando en proximidad del puerto, al frente de la marcha y de forma sorpresiva, la policía atacó las primeras líneas, primero de forma ligera, luego, viendo la respuesta organizada de varios grupos, con más fuerza y contundencia. El producto de este primer momento de enfrentamiento fue una hora de enfrentamiento "a resorte": la policía avanzaba y se retiraba y así los manifestantes. Recuperada la pausa, empezó el concierto que entretenía a la multitud que portaba banderas y colores que alegremente festejaban la lograda manifestación y enumeraban las razones de la protesta.
Así siguió hasta entrada la noche, aunque aquí y en esta estación el sol se mete hasta las 22:30 horas, para que después la gente se retirara. Hay reportes de 200 detenidos y 150 policía heridos -algunos de gravedad- fue el saldo de este primer día de marchas en contra del G-8.
Al saldo del día se añade la detención de 150 integrantes de Antifa, organización que participa en las protestas contra el G-8 y esta mañana había ido a impedir la anunciada marcha de NPD, el partido neonazi alemán. Sin embargo, los de NPD no llegaron y la policía rodeó y detuvo a los antifascistas.
"Aún sigue una semana"
La manifestación que salió de la estación del ferrocarril, que reunía todas las siglas excepto las organizaciones sindicales y los partidos de izquierda, desde un principio demostró su determinación: tres traileres repartidos por el largo río de la marcha -miles de vatios empujando a la gente-, consignas en todos los idiomas, algunos "golpes" al centro de la ciudad llegó al malecón frente al mar con mucha convicción. Bastó poco -como el ataque de la policía- para que los manifestantes se prendieran y tuvieran en asedio a las fuerzas del orden.
A pesar de las distorsiones mediáticas que marcan la tendencias en culpar a los "negros", los temidos Black Block. "La policía provocó a los manifestantes", dijo el portavoz de RAV (Asociación de Abogados Republicanos) parte del Legal Team de los organizadores, "la policía provocó a unos manifestantes que no se iban a escapar".
Vittorio Agnoletto, eurodiputado italiano, quien se apareció en el único momento de calma durante la larga tarde, andaba preguntando: "Los Black Block atacaron y la policía reaccionó. Los demás de la plaza no participaron, ¿no es así?". En realidad, si bien los "negros" fueron los más activos y preparados para enfrentar a la policía, durante la represión en la plaza del concierto, muchos más que atacar a los uniformados defendían un espacio conquistado frente al mar.
En efecto, tan es así, que mientras la policía golpeaba a los manifestantes, desde el escenario los artistas seguían tocando y cantando su repertorio. A diferencia de la manifestación de Hamburgo, el 28 de mayo pasado, cuando la policía rodeó la manifestación desde un principio y nunca soltó a los manifestantes, esta vez los uniformados utilizaron una estrategia más controlada, pero no dudaron un momento en reprimir a los manifestantes una vez que se reunieran en el arrinconado malecón del puerto de Rostock.
Los temores de la víspera se confirmaron. En los días anteriores habían crecido los indicios de que la fuerzas del orden estaban muy nerviosas. A partir del 9 de junio pasado, cuando la procuradora federal Monika Harás había mandado a catear decenas de casas en toda Alemania -culpando finalmente a dos activistas de "asociación terrorista"-, la policía ha ido incrementando las medidas y las provocaciones hacia quienes se iban a manifestar en contra del G-8: la creación de un archivo de olores de los "peligrosos", controles personales, hasta llegar, en días recientes, a secuestrar unas bicicletas. Un episodio importante fue el relativo a la constitución de vastas zonas prohibidas, primero negadas por el tribunal de Schwerin, pero finalmente confirmadas por la Corte Suprema.
"Vamos a ver qué sucede en los próximos días", comenta Dario de Fels, "hoy había cien mil personas, la próxima semana seremos menos, no todos podrán estar aquí durante la semana". La policía buscaba este momento, según Dario y otros, para tratar de dar una señal clara a los manifestantes. Sin embargo, hoy incurrió en excesos, a pesar del silencio de la prensa europea, la extranjera sobre todo. Sigue el abogado de RAV: "La policía impidió que nos entrevistáramos con los detenidos; los golpeó; los amenazó. Inclusive a nosotros", añade, "nos fueron a golpear".
La movilización acaba de empezar. Los ocho presidentes ni siquiera han pisado tierra alemana. Y sin embargo ya hay miles de manifestantes. La ciudad vive sitiada: sólo la policía presente, los ciudadanos encerrrados en sus casas. El Camp Rostock, el más grande de los tres donde descansan los altermundistas llegados a Alemania este frío mes de junio, vive una tensa calma. La policía está en los alrededores y amenaza entrar durante la noche. "No pasará nada", comenta Salvatore Passalaqua, del bloque internacionalista. "Lo mejor sería rodear el campamento con fuego...Oaxaca nos lo enseño".
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