hoy en uno de esos viejos microbuses, generación destinada a desaparecer por no dar más (y qué bueno). La decoración barroca, punketa, altárica, futbolera toda surrealista se pierde en el pasado. Y aunque los nuevos buses no tardan en adaptarse al gusto del chofer y llenarse de chingaderitas, el viejo sabor se pierde, tal vez por lo brillante del metal.
y claro que esta vez bajé por atrás.
y claro que esta vez bajé por atrás.
en la Lázaro Cárdenas, cerca del mercado Independencia. Chido, no? se está levantando una fuerte corriente de vientos intervencionistas. Oh, pues, cada vez hay más y más interesantes estikers, aunque este ya es una buena obra en muchos sentidos: tamaño, concepto, realización. Creo que la banda acá es mejor en esto que el el grafitti. de-fi.ni.ti-va-mente
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