

Las multinacionales Novartis, Sandoz, Syngenta y, más agresivamente si cabe, Monsanto, pretenden incrementos de producción agrícola a base de la contaminación genética de productos, suelos, animales y personas. Infectan el mundo sin solucionar el hambre, y cuando les hacen descubrir sus aberraciones, proponen transformar sus productos transgénicos en combustible, en una imparable marcha hacia adelante, infectando el mundo con la aquiescencia de gobernantes.
El jueves 5 de junio terminó la Cumbre de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU) que se celebró en Roma. No se mencionó la invasión de maíz transgénico que sufre México, ni se habló de la conquista de la soja resistente al desherbante en Argentina, en Brasil y Paraguay, ni de la desertización del planeta provocada por las multinacionales de la des-alimentación. Al contrario, como escribe Win Dierckysens, «la especulación creada en torno a los alimentos básicos se transforma en carburante y empuja los precios de los cereales y del azúcar hacia unos nuevos máximos inalcanzables para una inmensa masa de la población que principalmente se encuentra en Asia, África y América Latina».
Como señaló un judío de Nazaret, «al que tiene se le dará más, y al que no tiene hasta lo poco que tenga se le quitará». Es el liberalismo.
las fotos claro que son de Mercedes
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