viernes, enero 26, 2007
del tiempo y su desaparición
Relación de los cronófagos
Me rondan los cronofágos, comedores de
tiempo que piden cuentas de mi ocio.
Los cronófagos asedian. Hay que poner cerrojo,
la vieja tranca, el corazón de hierro del
candado. Y aún así se descuelgan por el
patio de ropas queriendo robar un pedazo
de mi aurora.
Los cronófagos —ladrones de tiempo— me
prohiben el opio del poema, me llaman el
Pastor de Espejismos, el Lazarillo de Nadie.
Que el tiempo es oro, dicen, que mi becerro
es de lodo, y no por mi sordera dejan de
rondarme, de rondarme, exacerbados y
tristes, los cronófagos.
Juan manuel Roca, poeta colombiano de manos fuertes y universales
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