Fue condenada a 40 latigazos por su vestimenta. Le conmutaron la pena por una multa y pasó 22 horas entre rejas. Su lucha se ha convertido en una esperanza para muchas mujeres que viven bajo un régimen machista e integrista
Lubna ya es un símbolo. El símbolo de la lucha de las mujeres en Sudán. Es viernes por la tarde y ella descuelga el teléfono desde su casa, en Jartum, la capital de Sudán. "Hoy es festivo", explica en un inglés de sonoras erres, "llevo todo el día leyendo, conectada a Internet, recibiendo visitas". Sus amigos están encantados de que esté en libertad, cuenta. Su madre, la que más. Ella, no tanto.
JOSEBA ELOLA - El País/Madrid
Lubna Husein, de 34 años, fue detenida en julio por vestimenta indecente. La condenaron a recibir 40 latigazos por llevar pantalones. Se negó a aceptar la pena y emprendió su lucha. Renunció a la inmunidad que le otorgaba su trabajo en las oficinas de la ONU en Jartum para encarar la pelea a cara descubierta. Su determinación se tradujo el lunes pasado en la conmutación de los latigazos por una multa de 150 euros. Pero ella se negó a pagar la multa para forzar su entrada en prisión y hacer así aún más visible su lucha. Tan sólo estuvo 22 horas entre rejas. El Sindicato de Periodistas Sudanés, próximo al Gobierno, pagó la multa para frenar el efecto bola de nieve mediático.
El origen de este episodio kafkiano se sitúa en una plácida noche de julio, cuando ella asiste al concierto de un cantante egipcio en un restaurante de Jartum. Llega la policía especial y detiene a 13 mujeres por llevar pantalones. Diez se declaran culpables y reciben 10 latigazos cada una, más una multa de 75 euros. Lubna se planta. "Esta noche me voy de nuevo al restaurante donde me detuvieron", dice, risueña, "hay fiesta". Lubna solicita completar algunas respuestas vía correo electrónico.
Pregunta. ¿Cómo se encuentra, cómo han sido sus últimas 72 horas?
Respuesta. Estoy contenta e infeliz. Contenta por la solidaridad y el apoyo que he obtenido, que ha llevado a los tribunales a anular mi castigo de latigazos y a los amigos del Gobierno [el Sindicato de Periodistas Sudaneses] a pagar mi multa y, por ende, posicionarse contra el artículo 152 del código penal [referido a la vestimenta indecente]. Pero infeliz porque ese artículo se sigue aplicando en los tribunales especiales y porque hay cientos de mujeres en prisión por culpa de estos tribunales. Hubiera preferido quedarme en la cárcel como expresión de mi rechazo al artículo 152.
P. ¿Cuánto tiempo pasó en la cárcel, qué vio allí?
R. Poco tiempo, 22 horas. Vi muchas mujeres que habían sido azotadas. Había una chica que había recibido 20 latigazos por llevar pantalones. Le quedan tres meses más porque se defendió del policía que la quería detener.
P. ¿Cómo tratan los hombres a las mujeres en su país?
R. En los últimos 20 años hay una guerra diaria entre mujeres y hombres de la policía especial. Nuestra sociedad trata mal a las mujeres. El culpable es el Gobierno de Bashir.
Lubna cuenta que los cuerpos de policía especial hostigan a las mujeres y persiguen a aquellas que llevan pantalones desde que Omar al Bashir llegó al poder, en 1989. Dice que las detenidas son conducidas a tribunales especiales en los que muchas veces se les niega la posibilidad de defenderse. Es lo que le ocurrió a ella en su juicio.
P. Usted ya ha sido detenida varias veces, la primera, hace 15 años.
R. Sí. Tres veces. La última pasé una semana detenida. Me llevaron a una prisión de Seguridad Política. Los estudiantes nos habíamos puesto en huelga.
P. ¿Alguna vez ha recibido latigazos?
R. No, nunca. Los latigazos son un insulto, una humillación. Hay policías que te piden dinero para eximirte de ellos.
P. ¿Qué opinión le merece Omar al Bashir como político?
R. ¿Político? No es un político. Es un militar. Sólo gobierna por la fuerza.
Manal Khugali, letrada que asistió con ella a los juicios, cuenta por teléfono desde Jartum que Lubna es una mujer muy fuerte. "La mayoría de las mujeres de Sudán la ven como una heroína, como un modelo", asegura. Lubna se declara musulmana, buena musulmana. Perdió hace cinco años a su marido, que falleció por una insuficiencia renal. No tiene hijos.
P. ¿Tiene ahora más enemigos que antes?
R. Sí. Grupos políticos que dicen que he hecho una campaña mediática; movimientos islamistas; y la policía especial.
P. ¿Está su vida en peligro por la lucha que está encabezando?
R. Es posible que sí. Pero no me moveré de aquí. Seguiré viviendo en mi país. Lucharé contra ese artículo del código penal, que va contra nuestra Constitución. Y lucharé contra la existencia de tribunales especiales y policías especiales.
P. ¿Va a volver a su puesto en el gabinete de prensa de la ONU en Jartum?
R. No, ya he tenido esa experiencia. Los periódicos sudaneses están controlados por la policía política, no me dejarán escribir en ninguno. Pero hay ofertas de medios extranjeros y ésa es una buena oportunidad. Nunca soñé que pudiera hacer tal cosa.
P. ¿Seguirá llevando pantalones?
R. Antes no los llevaba siempre, pero ahora llevaré pantalones todos los días.
Husein, con pantalones, a la salida del juicio, con un cartel que dice: "Conoce tu derecho para parar la opresión contra ti".
- REUTERS