lunes, noviembre 13, 2006

de la nada y las maneras de fintarla

"Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías", escribió Julio Cortázar (1914-1984). El autor de Rayuela procuró viajar siempre con dos herramientas en su equipaje: una cámara de fotos y una máquina de escribir. Añadiría, en su momento, una tercera: un tomavistas. De ese combate contra la nada, quedó un legado extraordinario. Unas cuatro mil imágenes fotográficas (negativos, positivados y diapositivas) y numerosas filmaciones en Súper 8, que por decisión de Aurora Bernárdez, su primera mujer, amiga siempre y última compañera del escritor, han encontrado un hábitat en Galicia, depositadas en el Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI). Una selección de ese valioso legado, con aportaciones inéditas, se mostrará a partir del 28 de septiembre, jueves, en Santiago de Compostela.

Las cámaras, para Cortázar, no sólo tuvieron una utilidad documental. Posibilitaban la ensoñación de construir el territorio de la memoria, y se atrevió a experimentar con ellas, a utilizarlas como una energía alternativa, artística. La foto para Cortázar eran la posibilidad "de recortar un fragmento de la realidad, fijándolo con determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia".

El universo virtual de Cortázar se completará, como puntos de amarre, con originales de su correspondencia, documentos personales y objetos que le acompañaron en vida, como el reloj de arena, un espejo ovalado y el viejo grabado de John Keats, el poeta romántico inglés del siglo XIX, que siempre tuvo un lugar de vigía en su escritorio.

Nota entresacada de El País sobre este infaltable, entrañable, adorado cronopio y sus maneras de combatir la nada.

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