viernes, febrero 02, 2007

Hoy es Imbolc (parte 1)

Se dice que Bride, con su vara blanca,
respira vida en la boca del moribundo Invierno
para que abra sus ojos a las lágrimas
y las sonrisas, los suspiros
y la risa de la Primavera.

Se dice que la ponzoña del frío tiembla
por su seguridad en el Día de Bride.
Carmina Gaidelica

L
os equinoccios y solsticios son Festivales Solares que marcan los cambios estacionales marcados por el sol. Los Festivales Ígnicos son fiestas agrícolas que marcan la m
itad del ciclo entre los Festivales Solares, determinadas por eventos astronómicos como la aparición o desaparición de Sirio y las Pléyades. Estas ocho fechas hacen que la Rueda gire mientras la Tierra danza.

La Rueda del Año da un giro más.
A pesar de que nuestro ciclo climático es
mucho más benigno que para los pueblos del norte del planeta, que los días son moderadamente cortos en comparación con las noches eternas del polo y que si llega a nevar es para el general de la población causa de sorpresa y festejo, seguimos –con la inconciencia que da la rutina- celebrando las festividades que marca la Rueda del Año.
Cierto es que si somos estrictos, en México hay dos estaciones: la de lluvias y la de secas, y por ellas se rige el año agrícola. No obstante, incluso los pueblos indios tienen en sus calendarios –ya sea sincretizadas o no- estas fechas sagradas. El 2 de febrero es un ejemplo claro: en la noche de la víspera se inicia el Año Nuevo Purhépecha. Se enciende el Fuego Nuevo que alimentará los fogones de cada casa. En el momento en que la constelación de Orión, o del Arado, está en el cenit, se cumple la cita del tiempo. Una vez más el fuego el centro del ritual con toda su carga real y simbólica.

La Candelaria –o Candlemas- que celebran los cristianos es también una mezcla de tradiciones: por un lado el Niño Rey es presentado en el Templo y por el otro es la bendición de las semillas y las velas de la Candelaria, que sirven para la hora de la muerte, según el Galván. Semillas, velas.... la celebración de esta fecha sigue remontándose a los inicios de la civilización universal. El Niño Rey es el Pequeño Sol, las semillas la sobrevivencia futura, las velas la flama perpetua.
El Galván no lo dice pero también se considera el Día de la Candelaria la fiesta de Purificación de la Virgen María. Cuarenta días después del nacimiento del Niño Dios, María acude al templo a purificarse, ya que se creía que las mujeres eran impuras durante las siguientes seis semanas al parto. Ya fuera esto profilaxis o tabú, quedó establecido que María dio a luz durante el Solsticio de invierno y fue al templo a hacer sus ofrendas de purificación el 2 de febrero. Es ahí donde el bebé es reconocido como el Mesías de Israel y una luz para iluminar a los gentiles. Una vez más nos encontramos con el arquetipo del joven Sol que viene a vencer la oscuridad, ahora con ropas cristianas.
El 2 de febrero es la mitad del invierno, los días se hacen claramente más largos y se perciben los primeros signos de renacimiento. Los brotes aparecen en las ramas desnudas, pero la vida nueva apenas es promesa. Es un nuevo comienzo, para prepararse para el año agrícola. Lo que nació en el Solsticio empieza a manifestarse. Todo alrededor parece inaugurar la belleza de la vida al entrar a este mes de Febrero. En el cielo las estrellas llaman: Sirio, la más brillante de todas, Orión con sus tres joyas, además de Betelgeuse y la blanca Rigel; Aldebarán que es de un rosa pálido y Capella, un sol amarillo perteneciente a la constelación del Auriga, además de las Pléyades y las Hyades. Imbolc es una fiesta que, con sus mil candelas, parece decir ¡Luz, más luz!


Ella surgirá
Como un brillante sol
El Libro de Lismore

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