
Pero como yo era ajena, tuve una buena relación con él. Atípica para estos lares. No pertenecí a su séquito. No fui su alumna, fui su colega y amiga. Escribí sobre él y su arte varias veces y las entrevistas eran una delicia. Me regaló, entre otras cosas, la portada y portadilla de mi libro Vientos (abajo con la dedicatoria cuando al fin se publicó). Me entendía y le gustaba todo el trabajo que hacía. Yo le regalé dos esculturas que a saber en dónde se encuentren ahora.

Un día me dijo: "Cuando trabajo busco que me emocione lo que hago, y si no sucede, ni lo termino ni lo firmo y lo pinto otra vez. No tengo otra regla para saber si lo que hago está bien o no sirve. La pintura es poesía. Si no la hay, no es nada. No hay arte sin poesía". (Publicado en el número 16 de la revista Periódico de Poesía, UNAM, INBA, 1996)
Agradezco el cachito de Alfredo Zalce que me tocó compartir.
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