martes, julio 15, 2008

los monólogos...dela maquila


para que los artículos de lujo lleguen a las tiendas, hace falta un ejército anónimo de manos que los fabriquen en condiciones inhumanas. Ellas los hacen a cambio de unos cuantos centavos y otras las compran en miles de pesos, y se desviven por adquirirlos.
Estas dos caras del consumismo son el punto central de la obra de teatro Monólogos de la maquila, que el colectivo Costureras de sueños ha presentado de manera itinerante desde hace más de un año y medio por todo el país, con el objetivo de concientizar a los espectadores sobre este fenómeno laboral que aqueja a millones de personas en el mundo.

La idea original del proyecto es de Inti Barrios Hernández, originaria de Tehuacán, Puebla, quien ha vivido de cerca lo que significa convertir tu hogar en maquilatitlán. Su hermano Martín, integrante de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, fue encarcelado por oponerse a los negocios textileros de empresarios como Kamel Nacif. Así que sabe de lo que está hablando.
“Cuando encarcelaron a Martín conviví muchas horas con los obreros de las maquilas de Tehuacán, y los conocí muy bien. Tenía que contar mediante el teatro lo que ellos me platicaron, entonces me puse a leer, ellos me asesoraron y así comenzó todo el proceso de montaje”, cuenta Barrios en entrevista con La Jornada.

Más que una obra propiamente dicha, Monólogos... es un experimento escénico elaborado como metáfora del ensamblaje de un pantalón de mezclilla. Mediante un tono fársico y con el apoyo de música y baile, busca denunciar una grave problemática social, pero sin descuidar los aspectos artísticos ni volverse un panfleto.

Una parte de la historia es contada por cuatro obreras que deben soportar jornadas de trabajo larguísimas en pésimas condiciones, y el anverso por cuatro modelos que sufren por “caber” en un pantalón talla 3. El guión, dice Barrios, ha ido cambiando y enriqueciéndose gracias a las observaciones de los cientos de obreros que han visto la obra.

A pesar de que las maquiladoras textiles o sweatshops han sido identificadas como centros de explotación y agentes de contaminación ambiental, Inti Barrios reconoce que dichos espacios se han vuelto necesarios en un entorno de desempleo rampante. “Para bien o para mal son una realidad terrible y la gente depende de ellas para vivir. La lucha es por que paguen lo justo, para que a los trabajadores se les den prestaciones y horas extras. Buscamos que se les dé un trato digno y se respeten las leyes.”

texto Fernando Camacho Servín. Foto Citlali Ruiz

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