Fui con Mati, quien me dio un aventón. Primero al cementerio. Había estado alguna vez ahí, los primos me enseñaron la tumba, diciendo que es lo único que nos quedaba (nosotras incluidas) de la herencia familiar. Quise intentar encontrarla y rendir honores a mis ancestros, a mi ancestra Basilia, la bisabuela y dueña de ese cachito de tierra para la eternidad. Y para ir al Cementerio debía seguir el camino de Santiago, tal como lo señalan los signos.
en este camino fuimos recogiendo flores y perdí mi jersey, mi sueter junto con mi prendedor celta que me regaló Iwan. Cada vez que me pasa algo así siento que es un precio que pago por lo que viene, que es bueno siempre
hice mis salutaciones, mi ritual de reencuentro. Ésta es la casa de los ancestros, con sus 4 tumbas, y su cruz enmedio, que dice que es propiedad de Basilia Ordiales.
y ésta es la casa, el famoso Calabión, monumento regional, que perdieron el bisabuelo y sus hermanos al juego, según me dijeron los primos antes. Los dueños actuales cambiaron el techo de pizarra después de un incendio y ahora la tienen azul. Bien cuidada, con su huerta lista para la primavera.
buscaba a los primos, pero no estaban. La ropa del vecino se secó mientras tanto. Fui a comer con Pepe el Bueno y charlé con varias gentes, preguntando por los González Ordiales. Y aunque encontré algunas pistas, debo volver y volver hasta tejer esa historia que nos elude pero que traemos en la sangre de todas maneras.
Esa misma tarde (mi tarde) recibí un mensaje de mi hermana: la embajada de España en México le llamó para comunicarle que su acta literal de nacimiento española de origen estaba lista. Ese mismo día mi hermana se hacía española, cumpliendo un deseo y un destino, mismo que será mío a mi regreso.
Coincidencias, sincronías, resultados.
Coincidencias, sincronías, resultados.
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