Uvieu, Oviedo, entrada a Asturias, la tierrina de mi abuelo, de mi padre, de mi hermana que desde ya es española, tierrina mía por igual. Oviedo es su gente, la que me recibió y me la abrió al corazón y me llenó. Gracias a Taoshi por el contacto con Conchi, a la derecha, y Matilde, quien me alojó y me caminó sus parques, me dió las llaves para comprender esta ciudad.
Dice Juan Cienfuegos que Asturias es triste, es gris, es niebla. Tal vez, a veces. Pero para mi ha sido sol y nieve, luminosa y alegre, pero sobre todo, entrar en una capa profunda de mi ser que desconocía pero que era presentimiento.
Al volar desde Barcelona quedé impactada por la serranía cubierta de nieve de Asturias, la Cordillera Cantábrica con, como dicen allá, una pasada. Maravilla de maravillas. Y abraza Oviedo. Esta vista es desde uno de sus parques, el de Purificación Tomás, con el que Matilde me presentó a la ciudad.
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