La sala con capacidad para 200 personas que la Cineteca Nacional prestó para proyectar el documental El mundo según Monsanto, de la periodista y cineasta francesa Marie-Monique Robin quedó rebasada. Una hora antes de su proyección los espectadores formaban una larga fila para entrar, por lo que la proyección tuvo que trasladarse a una sala de 450 personas. A pesar del cambio se agotaron los lugares.
El documental, en el cual la cineasta desmenuza el entramado que esta compañía estadunidense ha desplegado en todas las geografías para controlar la alimentación del mundo
, ha despertado conciencias en los lugares donde se ha exhibido, incluso ha modificado la orientación de algunos tomadores de decisiones en contra de la siembra de transgénicos.
El documental comienza explicando el origen de Monsanto, principal empresa semillera del mundo, que concentra 90 por ciento de los cultivos transgénicos y lidera el mercado mundial de plaguicidas. Poco a poco, la periodista va descubriendo cómo el poder desmesurado de esta transnacional crece, soslayando el conocimiento científico y posponiendo la salud humana y ambiental, al interés del capital.
Viaja a Estados Unidos, Paraguay, India, México y Gran Bretaña para entrevistar a personas intoxicadas con productos químicos de Monsanto; a científicos cuyas voces fueron calladas por instituciones gubernamentales y a los actores que transitan de Monsanto a la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés) o a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos para, desde el poder, corromper a altos funcionarios e impulsar leyes en favor de la agroindustria.
Asimismo, entrevista a campesinos que por exposición a productos químicos de Monsanto, como el Policluro de bifenilo (PCB), padecen enfermedades cutáneas, tumores cerebrales, hepatitis, diabetes o cáncer.
Otro de los aspectos que la cineasta denuncia, tanto en el documental como en su libro homónimo, es la expansión de trans- génicos en campos a cielo abierto. Esta práctica representa una amenaza para los granos originarios, en el caso de México para las 59 razas de maíz criollo, ya que la polinización termina por contaminarlos y con ello no sólo se produce una pérdida genética definitiva, sino que se pone en riesgo la soberanía alimentaria.
Según explicó Robin, en el breve turno de preguntas que se realizó al terminar la función, ante el poderío del aparato jurídico de Monsanto, este documental ha sido examinado por sus abogados para evitar posibles demandas de la transnacional.
La cineasta sostuvo que la única manera de acabar con el poder de esta transnacional es no consumiendo su productos y optar por aquellos que provienen de la agricultura familiar u orgánica. Asimismo, señaló que es importante la difusión de este documental, que ya se puede ver en el portal de la organización El Poder del Consumidor (www.elpoderdelconsumidor.org)
1 comentario:
La difusión será una importante herramienta para una cruzada, que frene la expansión de transgénicos y volver a nuestras prácticas antiguas en agricultura.
un abrazo mex, Monique.
Publicar un comentario