Hace un rato di un brinco porque por primera vez encuentro a alguien que menciona a Monique Wittig.
flashback elemental, como diría mi querido José Agustín en Final en laguna (se está haciendo tarde):
Me veo en 1976 en una librería xalapeña (el sótano?) con un libro en la mano: Las Guerrilleras, de Monique Wittig, en la edición de Seix Barral, escrita en el glorioso 1969. Eran mis tiempos de acciones tupamaras, y cual guerrillera,a lo guardé en mi morral.
Fue un libro que me voló la cabeza (volátil que era en esos tiempos, tan sensible, tan hambrienta, tan intuyendo todo y no sabiendo nada).
Se dice novela, pero era una historia contada por medio de prosa poética a manera de cuentos cortos, de listas inmensas de nombres, de círculos a toda página. Una revolucionaria narrativa que en verdad deconstruía forma y fondo, y destruía paradigmas, llevándome al cero (ese que aparecía en sus páginas blancas)para de ahí construir. Menudo curro ese, construir algo nuevo partiendo de haber destruído todo antes.
Las Guerrilleras eramos todas esas mujeres que, sabiéndolo o no, lo hacíamos día a día, rompea esquemas y buscar desesperdamente otros, más libres, más netos. Esquemas digo. Un nuevo ""orden de vida?" Paradigmas. Sistemas de pensamiento. De conducta. De política...
y claro que nos pedimos bastante en ese nuevo bosque, hirsuto, salvaje, inédito. Machete en mano nos dábamos contra duras raíces, hierbajos ponzoñosos. Roconones. Hasta llegar aquí y ahora.
Yo de Monique, en mi silvestrez, no sabía nada mas que lo que decían los forros. Y nunca más supe de ella hasta hoy. Pero desde ese momento en que me supe feminista, que lo soy, (yo que siempre eludí las etiquetas), he continuado el camino. Y leo sobre ella y me doy cuenta de que, a pesar de lo que provocó en mi, y por la calidad del relato que leí, mi feminismo no es como el de ella, o sea, no soy lesbiana. Pero eso no importa. A mí, porque ella, tan radical, planteaba "Soy lesbiana, no mujer".
En el libro las guerrilleras poéticamente se lanzan a una guerra de exterminio de la androcracia para al final contar con los nuevos hombres, los jóvenes que tenían una voluntad de cambiar las cosas. El viejo sueño, tal vez. Un mundo nuevo a partir de cero. Ese fue el punto que de parte del feminismo me confirmaba mi intuición de que así debe ser. "Pulverizar las viejas formas y las convenciones formales".
Monique Wittig dejó París para emigrar a los Estados Unidos en 1976, precisamente el año de mi hallazgo. Ahí se convirtió en ensayista teórica de feminismo, lenguaje y literatura. Murió en Arizona en el 2003.
Para ella, como para mi, el uso del lenguaje es revolucionario. Con el lenguaje se universaliza el pensamiento:
"La conciencia de la opresión no es solo una reacción ante (de lucha contra) la opresión. Es también la completa reevaluación conceptual del mundo social, su completa reorganización con nuevos conceptos, desde el punto de vista de la opresión...llámalo práctica subjetiva, cognocitiva. El movimiento de ida y vuelta entre los niveles de realidad (la realidad conceptual y la realidad material de la opresión, que son, ambas, realidades sociales), se alcanza con el lenguaje".
para terminar y como esto es sobre su legado en mi, va un texto sobre el lenguaje para este 8 de marzo, que ahora se llama del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, otra polémica de lenguaje y concepto, porque, está bien que ellos reconozcan el trabajo que efectuamos pero a la vez se excluye a todas las demás formas de ser mujer.
La negación a la que hemos estado sometidas se manifiesta con un grito imperceptible en la forma de utilizar el lenguaje. Sabemos que el lenguaje determina nuestro pensamiento y éste nuestro actuar en el mundo.
Detenernos y analizar las palabras que utilizamos cuando hablamos de nosotras es imperativo para detectar los procesos mentales de dominación. Desde que se impuso el patriarcado y se separó de tajo a la humanidad, la palabra escrita y hablada fue manipulada para ir cambiando los procesos mentales y culturales de mujeres y hombres. Vimos como en los mitos fueron cambiando la historia y cómo a través del diseño de las religiones se injertó el absolutismo androcrático en cuerpos y mentes. Un poder inoculado profundamente, alojado en oscuros resquicios de nuestro cerebro, de nuestra visión del mundo, de nuestra cotidianeidad. Es cierto que esto se rompe, que conciencia y memoria traen luz. Y es por eso que el uso del lenguaje se convierte en nuestra arma. No son solo las ideas, las teorías, los testimonios, es el detenernos frente a las sencillas palabras de todos los días que por cotidianas se escabullen y siguen deteniendo ciertas partes esenciales del proceso de liberación.
Este es un llamado a todas (y a todos) para parar el mundo opresivo y desapercibido del lenguaje: un llamado a sabernos mujeres con todo el cuerpo, sus corrientes electromagnéticas, sus fluidos, sus sicotrones. A romper el esquema impuesto de que la humanidad es el hombre y que en esas dos palabras se puede y es lícito englobar a todas, a todos, los que malvivimos el planeta.
Para dejar, en fin, de negar nuestra propia existencia y decir yo soy UNA. Es decir NOSOTRAS, es decir HUMANIDAD, decir SER HUMANA. Es decir DIOSA. Es alterar en definitiva todas las cadenas mentales que nos unen sutilmente a lo que la conciencia rechaza.
Encontrar nuevas palabras que denominen –por ejemplo- lo que nos hace felices y nos dan placer, lo que nos disgusta. Utilizar los vocablos madre y padre de manera distinta. Saber que UNA MADRE no es una chingadera y que lo que es padre o puta madre no necesariamente es maravilloso. Entender de una vez por todas que chingar a nuestra madre es, en definitiva, una verdad histórica y que debe ser abolida si queremos sobrevivir como especie.
Detenernos y analizar lo que decimos, cómo lo decimos, cómo nos hablamos y cómo nos referimos a nosotras mismas. Descubrir, también y especialmente, ese poder.
2 comentarios:
Hola Elizabeth, buscaba alguna información sobre Monique Wittig y me encontré contigo. Me gusta lo que dices, como lo dices.
No se donde estarás ahora; espero encontrarte y seguir pensando y escribiendo sobre la necesidad de caminar -sólo lo necesario- y, enseguida, despejar el camino y dejar avanzar.
Un abrazo.
Paco Galicia.
Sorpresas te da la vida, verdad Paco!
un abrazo desde los madriles, por ahora.
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