miércoles, abril 14, 2010

a vuelo de cuélebre

mi amiga Encarna hizo una colaboración muy guapa para el proyecto Cuélebre-Quetzalcóatl. Tomo una serie de 4 fotos (aquí solo dos, la entrada y la salida), y este textín, que es lo que les proponemos enviar: su propia visión de la escultura y lo que le conecta con su mundo:

Recuerdo que cada vez que llego a este punto de la Y miro a la derecha y
mis ojos buscan la presencia de las gaviotas en el embalse.
Si susuperficie se puebla de estas aves sé que en Gijón el mar estará bravo,
anuncio de olas espléndidas que traerán ecos de otros lugares, de otras orillas...
acelero y me incorporo al carril de la izquierda deseando descalzarme y caminar por la orilla...


anoche estuve (h)ojeando un libro que me prestó Fermín, escrito por el arquitecto italiano Alberto Santoris y con un prólogo de Guayasamín, el pintor ecuatoriano más importante en décadas, titulado
Vaquero Turcios y el arte construído: Monumento al descubrimiento de América.

Me he dado cabal cuenta de la importancia de este artista/arquitecto, un escultor innovador que, con ese monumento realizado en 1977 en Madrid, alcanza un logro único en lo que Santoris llama Arte Construido. Y es que en verdad es impactante. Una serie de inmensas masas geométricas esculpidas que en su conjunto, dice otra vez Santoris, es polivalente, polidimensional, polidireccional, antiestático a pesar de su peso, gigantesco pero no colosal en la acepción teutónica del término....


Y doy unos datos de nuestro cuélebre, para que se den cuenta de lo que se trata:
Es una escultura de poliester y fibra de vidrio sobre estructura metálica, sostenida por vigas de acero cortén (alguien sabe lo que esto significa?) y base de hormigón. La lámina ondulada de 70 metros de longitud y 3 de altura está pintada por ambas caras y fue realizada un año antes, en el 76.

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