Ayer fui al estudio donde trabaja el fotógrafo Rafael Roa. Me había invitado para hacer una serie de retratos, cosa a la que una tan vanidosa no se puede negar tan fácilmente. Así que con todo y pie chungo me fui hasta casi Vallecas para ponerme frente a su lente.
Fue una sesión entremezclada con amena charla. Sobre su situación y la mía. A grandes rasgos la vulnerabilidad de dos artistas ya emergidos en tiempos de crisis colérica. Indignada.
Se tomaron varias fotos, no todas hechas públicas, no por otra cosa que por no cargar al respetable. Rafael ha publicado otras dos, diferentes, aquí, en su blog
Esta es curiosa. Utilicé una peluca que andaba por ahí, y ahora que veo la foto (que como no está firmada me permití meterle mano y darme una manita de gata), me recuerdo en la secundaria, de 12-13 años, con mi fleco y mi pelo muy lacio.... héme aquí tantos años después!
Rafa habla en su post de sus tribulaciones (además de llamarme, como todo mundo en Europa, Elisabeth , así con S, y enfocar mi hacer artístico únicamente al performance).
Tribulaciones....Yo seguí el día con las mías.
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