viernes, noviembre 19, 2010

el huerto

El Hoy trajo otra mañana espléndida, dedicada a Ita, por supuesto. Después de desayunar salí a dar un paseo, esperando encontrar a Amelie para que me acompañara. Así fue, ella iba apenas llegando pero dispuesta estuvo a ir conmigo, mostrarme un nuevo camino, explorar esta tierra. Entramos por un sendero entre el bosque, un bosque de encinos y algunos robles bajos, juníperos y matorrales típicos de lo que se llama garrigues, territorios secos, calizos, expuesos a los vientos africanos, mediterráneos.
bajamos y bajamos hasta que llegamos a un paraje nuevo: un inmenso huerto de -asumo- cerezos, manzanos, perales y olivos (esos eran obvios). Un lugar que me puso de muy buen humor. Me imagino ese lugar en primavera!

y recordé, por supuesto, los Sueños de Kurosawa

la mitad de los árboles ya habían perdido sus hojas y pesentaban el vigor de los nuevos brotes

la otra mitad, otra especie, de hojas doradas y rojizas que aún visten la maraña de las ramas o que van cayendo suaves quería acostarme en ese manto, quedarme ahí por horas. Se que volveré seguido a este lugar.
con Amelie, si ella quiere. Aquí permitió que le tomara una foto para presentársela. Prefiere correr o caminar a mi lado. Ella vive en un lugar a bastantes kilómetros de aquí, pero aquí nació y eso la hace volver a diario a la querencia...impresionante. Me alegro de su compañía
y recuerdo también esa canción de Roberto González, El huerto....

y con qué fin toda esta dialéctica en la historia
para qué ir al paraíso estando muertos
para qué alcanzar la gloria estando vivos
si la gloria está muy lejos de este huerto...

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