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pero
la maldita burocracia oh!-Kafka!-cuánta-razón-sigues-teniendo! lo echó todo a perder. Es una historia que prefiero no contar, así como no tomé una sola foto del proceso (a mi que me encanta registrar y testimoniar todo), el caso es que el taller está instalándose en un pequeño local (tres veces el tamaño del que yo tenía) y la jefa del taller, Minerva, hoy toma el cargo para levantarlo. Y lo va a hacer.
el cerro, conocido como la muela, es uno de tantas minas de arena que la avaricia se va comiendo. Han quitado la piel de la tierra y muestran su carne, la orean al sol, le arrancan mordiscos. es la piel o su falta. Esta es la foto que representa todo el proceso en Capula. Y hoy fue el último día. Que reciban ellas bendiciones con ese taller. Que yo reciba bendiciones también, que he dejado más que carne y piel y sangre ahí.
por cierto, se llama tres caña, el taller de las mujeres.
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