Una cena bajo las estrellas, escuchando el canto del ruiseñor. Vino, pan y quesos y un paisaje que se adivina abierto. Amanecer en el Sauvan y ver el espacio fue un sueño continuado.
Durante la semana de estancia recorrimos en buena parte sus 20 hectáreas, además de la zona plantada de viñas, olivos, almendros, cerezas y lavanda. El aroma del aire fue algo de lo que más me impactó. Todo el tiempo y en todos lados una dulzura emanaba de la tierra, de los árboles, de todo lo que me rodeaba. Yo que venía de calles con olor a miados de perro esto era inconcebible. Ah! el aroma del Sauvan!!
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Esta es la casa principal, la Grand' Mas, pero hay otras. El Sauvan fue algo como una hacienda y al parecer data del siglo XVIII. Fue reconstruído por los Goethals y varios amigos. Por ahora les presento el inmenso tilo -linden- que bullía de flores y de abejas
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Debo decir que en verdad me sentí tan bien, rodeada de cariño y reconocimiento, de gente interesante y generosa, con la libertad que otorga el campo abierto, el sol, lo verde..que ah! cómo extrañaba! El despertar con cantos de pájaros y el aroma del Spartium junceum, que es la genista de la que habla Serrat en Mediterráneo.
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Vivir en el campo por un tiempo después de 18 años de urbanita.... es algo que podría hacer perfectamente
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