Ayer leí una nota de Fernando Llanos en su
blog sobre su amistad con el Jelipe y me dio nostalgia. Su relato inicia cuando conoció a Felipe en Morelia durante el curso de El Arte de Vivir del Arte, que impartió en el MACAZ allá por el 93. Lo primero que pensé es:
yo estuve ahí, y
también no me acuerdo para nada de Fernando, entonces un chavito de 18 años. La relación que ellos desarrollaron desde entonces es cosa aparte y muy distinta a la que tuvimos Felipe y yo, quien en ese entonces estaba recién llegada a Morelia y acababa de montar Ciudad Profunda en el MACAZ.
En la vida siempre he sido autodidacta y este curso fue el primero y único al que asistí que pueda decirse "formal"... y hasta informal! Acabamos cuates y seguimos haciendo cosas juntos a través de
Vientos de Cambio, el famoso suplemento que dirigí para Cambio de Michoacán, y donde Felipe accedió a colaborar con artículos exclusivos. Incluso cuando presentamos a
Vientos en sociedad, a sus 15 números, él se dejó caer por Morelia junto con la Cocinera Atrevida (quien colaboraba con sus mágicas recetas, publicadas también en El Financiero), para hacer del evento todo un performance que, no es por nada, marcó un hito -como todos los quinces- en el quehacer cultural de la ciudad.
Su relación con
Vientos duró hasta el final de éste y más allá, ya que fue precisamente en la Cúpula Candestina de la colonia Portales donde presentamos por primera vez el libro
Vientos,
periodismo cultural en Morelia (IMC/FONCA 1995) y luego él mismo re editó sus artículos en la compilación de su trabajo como periodista y ensayista
Vidrios Rotos y el Ojo que los Ve (CONACULTA 1996).
(Con Felipe en la presentación en sociedad de Vientos, en el León de Mecenas)
Durante todo ese tiempo lo visitaba en su casa de la Portales y él de alguna manera continuaba con sus enseñanzas sobre como vivir del arte y/o como organizar los archivos digitales (tenía un asistente que le ayudaba con eso. Felipe le entró al manejo del ordenador desde el principio). Yo la pasaba muy bien en la Cúpula Clandestina. Para mi era un oasis, conocía historias, gente, aprendía. Siempre me sentí en casa en esta casa de artista. Escribió para mi una carta de recomendación, o de reconocimiento, muy chingona. Sabía yo que genio y figura hasta la sepultura y su personalidad dominante no me molestaba. Era lo que mostraba ser, un patriarca, pero generoso, simpático, apapachador.
Pasó el tiempo y mi vida tuvo sus bemoles, como todas las vidas, y para poder salir del mío, que me llevó por territorios de oscuridades hasta entonces impensables, hice un catálogo de mi trabajo hasta el 99, con textos de Carlos-Blas Galindo, Ingrid Suckaer, Ana Pellicer. Ed Bamiling, Mark Morris, del cual estaba yo orgullosa y que me había costado una buena cantidad de pelas, tiempo y esfuerzo, aunque conté con a big help from my friends. Por supuesto que se lo fui a enseñar, a regalar, y ese día me cagoteó de tal manera que me dejó toda lastimada. No le gustó, simplemente. Salí de ahí dolida y llena de dudas. No sabía si era que lo encontré en un mal momento o si de verdad mi catálogo era una basura...
Poco después se fue a Brasil de agregado cultural del gobierno de Fox. Una buena manera, si vous voulez, de salirse del país y conquistar otras tierras. Vale.
Perdí contacto con él hasta que encontré su página web y su correo de cimarrón. Yo acababa de hacer la primera versión de mi propio sitio web. Le escribí y le envié el enlace. Mi página es bilingüe y, naturalmente, las dos lenguas son español e inglés, porque, querámoslo o no, es la lengua imperial que permite la comunicaciòn con casi todo el mundo al que busco llegar por ese medio. Felipe me contestó diciendo que debería de utilizar otro idioma que no sea el inglés, mente colonizada la mía, y que le dijera a mi webmaster......ándale, ahí lo cogí!
a mi webmaster...lo dijo en inglés, por supuesto, y no me resistí a contestarle con algún comentario un tanto sarcástico, pero inofensivo. Ay! gran error! ¿será? el caso es que le "salieron chispas" con mi respuesta y eso me acarreó el corte de la relación, cosa que duele y la verdad me pareció excesiva!
Desde aquí lo digo: Quiero y respeto al Felipe Ehrenberg. Lo extraño. Es cierto que genio y figura... y me siento muy contenta por haberlo recobrado precisamente hoy. Ya somos -de nuevo- amigos. Y supongo que Fernando Llanos algo tiene que ver.